Tener tu propio huerto te permite conectar con la Naturaleza y tener pleno control de las materias primas y procesos empleados, lo que aumenta nuestra capacidad de retomar un cierto control sobre nuestra alimentación.
Desde que hace 8 años decidimos comenzar a cultivar, la Cultura de la Huerta ha pasado a formar parte inseparable de nuestra vida cotidiana. Y aunque es cierto que es laborioso porque hay que arar la tierra, mantenerla abonada, preparar remedios caseros contra las plagas, organizar semilleros o hacer conservas, el esfuerzo merece la pena por lo rico que esta luego todo y lo gratificante que es ver crecer tus hortalizas desde la semilla, aunque a veces también complementamos con plantones. Lo bueno es cuando disfrutas con cada parte del proceso porque, lo que para algunos podría ser un inconveniente, para tí es fuente de relax y disfrute. Supongo que ahí está la clave.
Aunque este año ha sido una locura por la mudanza, estamos contentos porque nos las hemos apañado para montar el huerto. En primavera-verano hemos sacado calabazas, tomates, patatas, ajos, cebolla, rúcula, ñoras, albahaca y pimientos. La ventaja es que como el clima aquí es más suave que en la Sierra de Madrid, es más fácil seguir cultivando en otoño e invierno. Ahora hemos plantado lombarda, puerros, lechugas, coliflor, romanesco y berza que aguantan bien el frio. Este año hemos puesto una valla alrededor del huerto que, aunque le ha venido bien a las calabazas para trepar, no ha evitado que los topos se pusieran las botas. Por lo menos aquí no tenemos corzos, que en Madrid nos dejaban el huerto pelao. Cada lugar tiene sus cosas y tienes que aprender a lidiar con ellas. Para combatir los topos hemos clavado unos molinillos caseros que con la vibración se supone que los aleja, pero no ha dado del todo resultado. Así que estamos buscando otras soluciones no invasivas fuera aparte de que nuestros lindos gatos Tigre & Panter los tienen a raya. Es un dilema porque en el fondo son adorables pero se lo comen TODO!
Desde el comienzo tuvimos claro que nuestro huerto tenía que ser orgánico. Puede parecer una obviedad, pero hay quien te mira raro si no empleas químicos (plaguicidas, fertilizantes, herbicidas…) o cuando hablas de asociación de cultivos, de mecanismos preventivos, de hacer compost con los residuos orgánicos o de combatir las enfermedades de las plantas con remedios caseros, como si estuvieras recién aterrizado de Marte. Es una lástima porque antes se hacía todo de forma natural y se obtenían muy buenos resultados sin tanto insumo. Se ve que los comerciales de la época hicieron muy buen trabajo a la hora de vender las virtudes de los sistemas de cultivo intensivo. Por suerte hay quien aún conserva las buenas costumbres y cada vez hay más gente interesada en producir en ecológico. Está claro que no es fácil ser eco porque hay que trabajárselo un poquitín más y los resultados son más preventivos que curativos, entre otras cosas porque los métodos naturales no actúan tan de golpe como los químicos, de ahí su éxito! Al principio íbamos con libros debajo del brazo porque no sabíamos por donde cogerlo, pero con el tiempo vas aprendiendo y todo empieza a fluir.
Al principio cultivábamos con la tierra desnuda (sin coberturas), pero desde que descubrimos el sistema de acolchado, solemos proteger el huerto con una capa de materia orgánica. Hay mucho escrito sobre el llamado mulching y muy diversas opciones para llevarlo a cabo, pero solemos poner paja porque es muy efectiva, fácil de colocar y económica. Este sistema reporta muchos beneficios como mantener la humedad del suelo, evitar “malas hierbas”, permitir el desarrollo de descomponedores de la materia orgánica, mejorar la estructura del suelo o aportar nutrientes al descomponerse. Estéticamente te puede gustar más o menos, pero es muy cómodo y súper útil, además que es una forma extraordinaria de ahorrar agua. Por increíble que parezca, por estas latitudes algunos veranos hay escasez de agua, por lo que ahora estamos ideando un sistema para recoger agua de lluvia. La idea es ser lo más autosuficientes posible y no depender de los insumos externos. Y no estamos diciendo que haya que ser un John Seimour (1914 – 2004) (icono del Movimiento de Autosuficiencia que en su día tanto nos inspiró) porque muchos de sus planteamientos no son tán fáciles de aplicar ¡aunque disfrutemos tando intentándolo!
Os dejamos con esta portada de uno de los míticos libros de Seymour que aparecía en un lindo post de Old Twenty Four.
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