Hilar con un charkha de la India

Al igual que hay objetos que por muy bonitos y sofisticados que sean no dicen absolutamente nada, otros extremadamente sencillos te hacen viajar en el tiempo. Justo el caso del utensilio de hilar del que hoy os vamos a hablar (llamado charkha), el cual llegó a nuestras vidas para quedarse, asumiendo que ello implicará todo un trabajo de aprendizaje y reconsideración de nuestra forma de hilar.

Hoy en The Dyer’s House hemos parado el tiempo para montar y poner en funcionamiento esta bonita charkha, un tipo de torno de hilar portátil traíado de India que, por el ajetreo que nos traemos desde que creamos esta Escuela, llevaba parada en un rincón de la casa cumpliendo una función meramente decorativa. Pero no estamos ante un artilugio cualquiera, ya que simboliza una serie de ideales que en su día condujeron a la independencia de la India, cuestionando por la via de la “autosuficiencia textil” el modelo económico imperialista impuesto por la Colonia Británica. Y así fue como la población local, guiada por la filosofía de Gandhi, logró coordinarse a lo largo de toda la cadena de producción y consumo (cultivadores, cardadores, tintoreros, tejedores, comerciantes y consumidores) para llevar a cabo una lucha pacífica contra la dominación extranjera, la cual afectaba especialmente a la industria textil, pero también a otras de carácter indígena. Tanto fue así, que diversas banderas ligadas al proceso de independencia de la India llegaron a lucir un charkha (aquí dejamos el enlace a wikipedia para quien quiera profundizar sobre este tema de las banderas), simbolizando con ello aquella silenciosa pero implacable revolución social a través de los textiles como vía para la regeneración económica del país. Es por ello que toda la carga simbólica de este emblemático artefacto, te lleva inevitablemente a mirar hacia atrás para coger ideas… No parece tan descabellada la idea de recuperar los oficios y saberes tradicionales (por supuesto actualizándolos y modernizándoles de acuerdo a las exigencias, retos y gustos contemporáneos) para dejar de ser tan sociedades tan capitalistas.

Como se puede observar, el aparato es muy curioso aunque no podía ser más sencillo y rudimentario, lo que invita a hacerte una, a nada que seas un poco manitas. Estaremos siempre muy agradecidos a Asun de “La Oveja a la madeja” ya que fue ella quien se ofreció a traérnosla de India, casualmente justo en el momento en el que habíamos adquirido unos planos para reproducir una muy parecida. Y aunque en cierto modo parecía tecnología obsoleta (y lo decimos nosotros que somos grandes amantes de lo antiguo) nos parecía muy sugerente poder rescatar un torno portátil tan zen como este ya que, tanto lo delicado del mecaniamo que lo hace funcionar, como la postura de yoga que te invita a adoptar, te llevan definitivamente a bajar las revoluciones, con ese mantra además del giro constante y ese soniquete de fondo del chirriar de la rueda…

Asun nos explicó que allí los pobres se las fabrican ellos mismos (esta se ve que está hecha con cajas de madera usadas y chatarra) y que el gobierno les proporciona algodón para que puedan obtener algún ingreso o intercambiar lo hilado por alimentos a modo de trueque. Respecto a su funcionamiento, digamos que se asemeja a un torno de hilar y no una rueca, ya que los tornos tienen una manivela en el centro de la rueda, la cual se hace girar con la ayuda de una mano, mientras que, en las ruecas, dicha manivela se traduce en una viela que conecta con un pedal (las más modernas cuentan con dos manivelas y dos pedales po cuestiones de ergonomía); se consigue con ello liberar las dos manos para hilar, adelanto técnico que desencadenó toda una serie de innovaciones tecnológicas que condujeron a las primeras máquinas de hilar y, con ello, al pistoletazo de salida de la primera revolución industrial. Lo complejo del torno es que solo te queda una mano para hilar (las dos solo en momentos puntuales) y aunque las fibras de algodón se prestan más fácilmente a ser hiladas con una mano, ejecutarlo con destreza requiere mucha práctica. De entrada hemos conseguiro montarla ya que venía despiezada y desvelar su funcionamiento, así que cuando consigamos dominar el hilado a charkha, volvemos y os lo contamos. Y tú, ¿qué opinas?

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