Tras años sin una nevada potente por estas latitudes, el Valle de Soba (Cantabria Oriental) ha acumulado más de 60 cm de nieve. Y lo ha hecho a lo grande, para bien y para mal. Así es la Naturaleza, a veces gentil, a veces ruda.
Como en muchas partes de España, enero nos ha sorprendido con una gran nevada, siendo la cornisa cantábrica la primera en romper la mala la racha de “pseudo-inviernos” sin las nieves de antaño. A estas alturas tan sólo quedan las cumbres “pintadas” de blanco. Llama la atención cómo las nieves han cambiado el ritmo de vida sobano. 1. Casi no han circulado tractores (vehículo “oficial” de estas tierras). 2. Apenas se han visto vacas ya que han permanecido estabuladas. 3. Y hemos recibido más turistas que de costumbre, ya que aquí nieva más que en la costa. Y no sólo por cuestión de altitud sino por la acción termo reguladora que ejerce el mar. Además, aquí es T-O-D-O cuesta, requisito indispensable para los aficionados del esquí, el snowboard y los trineos!
Aparte de los bellos paisajes que nos ha brindado esta apoteósica nevada, lo que más nos ha gustado es que, por unos días, sólo se han escuchado los sonidos (y el silencio) de la Naturaleza.
Desde un punto de vista ecológico, es importante que la nieve se derrita lentamente como, por suerte, ha ocurrido. Gracias a ello, le ha dado tiempo a filtrarse en el subsuelo en vez de arrastrar la capa fértil por “escorrentía superficial“, que es una de las causas más preocupantes de erosión del suelo. Esto además ha evitado que el valioso recurso que es el agua dulce, acabase rápidamente en los ríos y de ahí al mar, sin haber prestado antes ningún servicio ni ambiental, ni económico. De manera que, al no haberse derretido de golpe, tanto manantiales como ríos y lagos subterráneos que atesora este hermoso valle, han tenido tiempo de recargarse, garantizando así el delicado “equilibrio hídrico” del que dependen la Naturaleza y las actividades humanas.
Como nos recuerda la sabiduría popular, : "año de nieves, año de bienes" o "con nieve en enero, no hay año austero". Y es que las gentes de antaño se fijaban mucho en cómo influía el clima en las cosechas que, como sabemos, era una de las principales fuentes de riqueza.
Una ventaja de las nieves persistentes es que minimizan el impacto de las plagas primaverales y esto evita que los agricultores NO ecológicos utilicen tantos plaguicidas contaminantes.
Como otros “años blancos”, uno de los momentos que más nos reconforta es cuando salimos al jardín ya que disfrutamos mucho de su particular halo de magia. Es como si estuviéramos aterrizando en la luna, todo tan desconocido y tan silencioso. Algo parecido deberán sentir Panter & Tigre, nuestros adorables felinos e incondicionales compañeros de viaje. Aquí podéis contemplar algunas de las estampas que nos han dejado estas nieves en el Jardín Tintóreo de The Dyer’s House que, dicho sea de paso, este 2021 alcanzará su juventud tras 4 años de aclimatación a este duro medio en el que el temido “viento sur”, con sus terroríficos 25-30 nudos, no deja títere con cabeza…
La nieve es la máxima expresión del invierno y eso es algo que se vive intensamente en el campo pues aquí las estaciones están muy marcadas. ¡Conexión plena con los ciclos de la Naturaleza!
Aunque se veía venir, nos hemos llevado un chasco cuando, al derretirse la nieve, nos hemos encontrado con algún que otro desperfecto. Lo más visible es que algunas plantas, árboles y arbustos se han tronchado ya que no han aguantado el embate de la nieve, ni el de los vientos huracanados. Y qué decir del banquete que se han dado los topillos que, al resguardo de la nieve, se han cebado con nuesto cultivo experimental de Rubia tinctorum. Y es que los 3 parterres de rubia que teníamos, han quedado repletos de túneles y salpicados de los típicos montoncitos de tierra (por cierto, ideal para semilleros) que dejan a su paso estos “traviesos” roedores. De momento es pronto para evaluar si hemos perdido este preciado cultivo de más de 3 años de edad…
El huerto de invierno tampoco ha salido muy bien parado que digamos: acelgas, alcachofas, puerros, coles de Bruselas, berzas, entre otras hortalizas, no han salido muy bien paradas que digamos.
Si algo hemos aprendido en estos 12 años de vida en el campo es que, tras el duro invierno, la primavera lo resucita todo. Así que toca activar el Pensamiento Resiliente
Esperamos que hayáis sentido la magia de la Naturaleza y que, con este blanco post, os hayáis transportado al Valle de Soba. Si os ha gustado, seguiremos compartiendo nuestras Aventuras & Paseos.
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El huerto de invierno tampoco ha salido muy bien parado que digamos: acelgas, alcachofas, puerros, coles de Bruselas, berzas, entre otras hortalizas, no han salido muy bien paradas que digamos.
Si algo hemos aprendido en estos 12 años de vida en el campo es que, tras el duro invierno, la primavera lo resucita todo. Así que toca activar el Pensamiento Resiliente y... ¡¡ a por un nuevo ciclo !!
Esperamos que hayáis sentido la magia de la Naturaleza y que, con este blanco post, os hayáis transportado al Valle de Soba. Si os ha gustado, seguiremos compartiendo nuestras Aventuras & Paseos.
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